El presidente Martín Vizcarra entre lo público “privado” y lo público “universal” en el sistema de dominio-subordinación vigente

EL ALTIPLANO

                                                                           Luis F. Vilcatoma Salas

Luis F. Vilcatoma Salas.

Luego del referéndum del domingo 9 de diciembre ha emergido un Presidente Martín Vizcarra empoderado políticamente con un amplio y contundente respaldo popular; una formal mayoría congresal arrinconada por la derrota, mortificada por el desbande y con sangre en el ojo dispuesta a cualquier disparate leguleyo para salvar el pellejo empezando por el pellejo mayor de Keiko Fujimori y Alan García.

Una mayoría formal que formalmente tiene todavía la posibilidad de controlar las decisiones en el Congreso para desvirtuar las políticas del Ejecutivo e intentar desvirtuar también las leyes que han de dar forma a las decisiones por las que ha optado el pueblo en el referéndum.

El camino, en este sentido es todavía de trecho largo, a diferencia de quienes equivocadamente pensaban que concluida la votación del domingo concluía también la temática del referéndum que los apro-fujimoristas del cogollo rabioso veían estúpidamente como una “cortina de humo” y varios otros de mirada corta como  una pérdida de tiempo porque “no resuelve los problemas de fondo del país”.

Así, la confrontación entre el núcleo político (dentro y fuera del Ejecutivo) representado por el Presidente Vizcarra apoyado en un descontento popular en ascenso, y  toda la gama variopinta de opositores congresales representados por la llamada Fuerza N° 1 del fujimorismo con el acompañamiento activo del aprismo-alanismo en el Congreso, es una confrontación de raíces más profundas que las sesgadas hacia la ética (corrupción) y la democracia formal (representación y participación).

Es más bien una confrontación  burguesa entre los principios e intereses generales de la burguesía “universal” y los intereses corporativos e individuales de la burguesía “particular”. ¿Cómo es esto? La clase dominante burguesa entendida como clase, intereses de clase y hegemonía de clase con todas sus categorías y fracciones, ejerce completa y sustancialmente su dominio y garantiza la reproducción del sistema capitalista que le es propio, constituyendo y asumiendo sus intereses como los intereses de toda la clase social burguesa y no de cada uno de sus particulares integrantes (sujetos individuales y grupales con nombre propio), en un equilibrio permanente e inestable con los intereses individuales o particulares de sus miembros integrantes de clase social. Sin embargo existen circunstancias históricas cuando el equilibrio se rompe en favor de uno u otro lado, sea el lado de los intereses “universales” de la clase dominante o de los interese “particulares” de esta misma clase.   

Cuando la ruptura se inclina por el lado de los intereses “universales” el Estado capitalista se transforma en lo que se ha llamado un Estado “bonapartista” en Europa o algunos Estados Nacional Populares en América Latina de esencia burguesa, es decir un Estado que planea transitoriamente sobre su clase burguesa económicamente dominante de origen y se impone sobre los “particulares” burgueses incluyendo contra sus intereses propietarios. Cuando, por el contrario, la ruptura se inclina por el lado de los “particulares” de la clase dominante, el Estado se convierte en el instrumento individual, corporativo y patrimonialista de los llamados “poderes fácticos” a los que busca servir directamente la representación política en el sistema político.

Lo que ha estado sucediendo en el Perú especialmente durante todos los gobiernos desde el nefasto gobierno fuji-montesinista hasta fechas recientes es el desbalance en esta relación a favor de los intereses particulares burgueses del sistema de dominio, vía la “puerta giratoria” que da acceso de lo particular a lo público en el Estado, las leyes con nombre propio y toda la podredumbre de la corrupción sistémica que ha venido favoreciendo a personas, empresas y representantes del capital con nombre propio; es decir a lo privado antes que a lo público entendiéndose que lo esencial “público” no está en el público de a pie (el ciudadano de la calle) sino en lo público burgués es decir en la clase dominante “universal”.

De esta forma cuando el interés privado burgués inunda el interés público de la clase gran propietaria, o cuando lo burgués privado individual se sobrepone a lo burgués “universal” se constituye un desequilibrio que pone en riesgo el sistema capitalista global, su hegemonía y matriz sociopolítica de dominio, en cuyo caso sólo hay dos opciones para la clase dominante fáctica y “universal”: o se suicida permitiendo que el desbarajuste sistémico continúe y se incendie revolucionariamente la pradera a manos del descontento social; o se recompone en lo “universal” poniendo en orden lo particular, poniendo en jaque, aislando e incluso reprimiendo a los individuales y corporativos que pugnan, luchan y manotean por hacer prevalecer sus intereses concretos aunque la casa se caiga.

Lo que ha venido sucediendo en el país es, justamente, en un contexto cada vez más modernizado de dominación y crecimiento de la ciudadanía, la prevalencia progresiva y cancerosa de lo individual burgués sobre lo “universal” burgués con el riesgo de la debacle del sistema cuyos síntomas sólo se enfrentaron relativamente apelando a los aparatos de coacción del Estado y la represión.

La élite que hoy controla el Ejecutivo con el Presidente Vizcarra a la cabeza ha optado por lo burgués “universal” con el apoyo de un pueblo que ve a esto burgués “universal” que tiene indudablemente un sentido republicano de discurso liberal, como un progreso ante todo el caos, corrupción y mediocridad política existente con nefastas consecuencias para sus posibilidades (las posibilidades del pueblo) de bienestar material, democracia y justicia social.

Lo que viene en consecuencia, luego del referéndum, es la forma cómo la élite del Ejecutivo con Martín Vizcarra a la cabeza gestionará el capital político obtenido para darle continuidad exitosa a la burgués “universal” o público “universal” enfrentando los arrestos de lo público “privado” encubiertos tras el populismo de derecha del fujiaprismo y adláteres; apoyado en el consenso social y su movilización pero, al mismo tiempo, en condiciones reales  de atender necesidades, problemas y prioridades social-populares (reconstrucción del norte, contaminación, salarios, violencia de género, etc.).   

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